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miércoles, 16 de mayo de 2012

FORMAR Y EDUCAR PARA SER OPTIMISTAS


El optimismo es tener la seguridad de que las cosas saldrán bien, es enfrentar los problemas de la vida desde otro plano, ser optimistas nos permite vivir con tranquilidad y alegría y evitar frustraciones.  Estudios previos han ligado el optimismo al éxito en la educación, en una carrera profesional, en la política, en la familia, y en la salud.  Ser optimista nos ayuda a enfrentarnos a los problemas y dificultades de una manera distinta, el optimista considera que los fracasos se pueden cambiar si lo volvemos a intentar, por el contrario el pesimista se deprime y se hecha la culpa por no lograrlo. El pesimismo cierra las puertas al cambio, comunica derrota y baja la autoestima

Estudios han demostrado que ser optimista refuerza nuestro sistema inmunológico.  A veces hemos escuchado a una persona decir que ser optimista mejora nuestra salud y las posibilidades de recuperación. Si, esto es muy cierto, si dejamos que nuestra vida esté guiada por malos sentimientos, como la ira, el egoísmo, los celos, la envidia, miedos, preocupaciones, entonces nuestra salud empeorará.  Las emociones negativas hacen reaccionar a nuestro sistema inmunológico, quien ante lo que pasa, se siente atacado y necesita regresar al equilibrio.  Para ello debe se provoca un aumento en la producción de determinadas hormonas.  Si por el contrario nuestra vida está guiada por valores  positivos y buenos sentimientos  atraeremos cosas positivas y nuestro sistema inmunológico se fortalecerá, lo que significa que estaremos cuidando nuestra salud, tanto física como mental.  Muchas veces tenemos insomnio porque nos acostamos fatigados con una cantidad de pensamientos negativos que no nos dejan conciliar el sueño, esto le ocurre a niños, jóvenes y adultos.   Al no dormir bien, estaremos cansados e irritables lo que se puede convertir al poco tiempo en gastritis o úlceras de estomacales.  Recuerden que el stress mata. 
 
Los padres y los docentes somos modelos de conducta,  por eso debemos cultivar el optimismo si queremos formar o criar jóvenes con la convicción de que los problemas son oportunidades para crecer y mejorar, no para estar tristes y sentirnos mal.  Como padres optimistas los problemas lo veremos como oportunidades para fortalecer nuestra relación con los hijos.  El optimismo se contagia, por eso como docentes debemos estar entusiasmados al transmitir  conocimientos y mantener  un clima alegre en nuestras aulas, dejar que cada alumno resuelva por sí mismo sus dificultades, pero apoyándolo cuando sea necesario.   Quitar de nuestro vocabulario palabras como  “no cambiarás nunca”, “siempre lo mismo”, “otra vez igual” son palabras que comunica al hijo o alumno que no es capaz de corregir sus errores. 

Mas bien aprendamos a mirar el mundo, nuestra escuela, nuestra familia con los lentes del optimismo, el secreto está en vivir:
  • Con constancia, esfuerzo, entusiasmo y dedicación
  • Animarnos a probar nuevas experiencias
  • Confiar en nuestra capacidad para resolver y superar obstáculos
  • Aceptar con calma lo que no podamos cambiar
  • Tener pensamientos y palabras positivas
  • Vivir el momento no permitiendo que la ansiedad nos distraiga de las cosas lindas que tenemos a nuestro alrededor
  • Reír, amar
  • Pensar que los problemas no son eternos más bien tener confianza en que se superarán
  • Tener un proyecto de vida realizable con metas sencillas y asequibles que nos abrirán el camino para otras de mayor alcance y por último
  • Vive y disfruta tu presente.