El optimismo es tener la seguridad de que las cosas saldrán
bien, es enfrentar los problemas de la vida desde otro plano, ser optimistas nos
permite vivir con tranquilidad y alegría y evitar frustraciones. Estudios previos han ligado el optimismo al
éxito en la educación, en una carrera profesional, en la política, en la
familia, y en la salud. Ser optimista
nos ayuda a enfrentarnos a los problemas y dificultades de una manera distinta,
el optimista considera que los fracasos se pueden cambiar si lo volvemos a
intentar, por el contrario el pesimista se deprime y se hecha la culpa por no
lograrlo. El pesimismo cierra las puertas al cambio, comunica derrota y baja la
autoestima
Estudios han demostrado que ser optimista refuerza nuestro
sistema inmunológico. A veces hemos
escuchado a una persona decir que ser optimista mejora nuestra salud y las
posibilidades de recuperación. Si, esto es muy cierto, si dejamos que nuestra
vida esté guiada por malos sentimientos, como la ira, el egoísmo, los celos, la
envidia, miedos, preocupaciones, entonces nuestra salud empeorará. Las emociones negativas hacen reaccionar a
nuestro sistema inmunológico, quien ante lo que pasa, se siente atacado y necesita
regresar al equilibrio. Para ello debe
se provoca un aumento en la producción de determinadas hormonas. Si por el contrario nuestra vida está guiada
por valores positivos y buenos
sentimientos atraeremos cosas positivas
y nuestro sistema inmunológico se fortalecerá, lo que significa que estaremos
cuidando nuestra salud, tanto física como mental. Muchas veces tenemos insomnio porque nos
acostamos fatigados con una cantidad de pensamientos negativos que no nos dejan
conciliar el sueño, esto le ocurre a niños, jóvenes y adultos. Al no dormir bien, estaremos cansados e
irritables lo que se puede convertir al poco tiempo en gastritis o úlceras de
estomacales. Recuerden que el stress
mata.
Los padres y los docentes somos modelos de conducta, por eso debemos cultivar el optimismo si queremos
formar o criar jóvenes con la convicción de que los problemas son oportunidades
para crecer y mejorar, no para estar tristes y sentirnos mal. Como padres optimistas los problemas lo
veremos como oportunidades para fortalecer nuestra relación con los hijos. El optimismo se contagia, por eso como
docentes debemos estar entusiasmados al transmitir conocimientos y mantener un clima alegre en nuestras aulas, dejar que
cada alumno resuelva por sí mismo sus dificultades, pero apoyándolo cuando sea
necesario. Quitar de nuestro
vocabulario palabras como “no cambiarás
nunca”, “siempre lo mismo”, “otra vez igual” son palabras que comunica al hijo
o alumno que no es capaz de corregir sus errores.
Mas bien aprendamos a mirar el mundo, nuestra escuela, nuestra
familia con los lentes del optimismo, el secreto está en vivir:
- Con constancia, esfuerzo, entusiasmo y dedicación
- Animarnos a probar nuevas experiencias
- Confiar en nuestra capacidad para resolver y superar obstáculos
- Aceptar con calma lo que no podamos cambiar
- Tener pensamientos y palabras positivas
- Vivir el momento no permitiendo que la ansiedad nos distraiga de las cosas lindas que tenemos a nuestro alrededor
- Reír, amar
- Pensar que los problemas no son eternos más bien tener confianza en que se superarán
- Tener un proyecto de vida realizable con metas sencillas y asequibles que nos abrirán el camino para otras de mayor alcance y por último
- Vive y disfruta tu presente.